(Foto: Techo interior de LA CATEDRAL)
Las invasiones africanas de los siglo XI y XII
(almoravide y almohade) trajeron consigo a Al-Andalus una arquitectura y arte
musulmán basados en el sillarejo o mampostería entre hiladas de ladrillo,
(aunque ésta ya se utilizó en el mundo romano) arco polilobulado o de herradura
apuntada (túmido), bóvedas de mocárabes, y artesonados de lazo y armaduras de
par y nudillo.
En este contexto, el Imperio Almohade fijó la
capital de Al-Andalus en Sevilla y erigió una grandiosa mezquita, más grande
incluso que la de Córdoba, con 17 naves y cinco cúpulas ante el mihrab.
Esta mezquita mayor de Sevilla fue destruida para
construir la catedral cristiana de estilo gótico, respetando únicamente dos
elementos musulmanes: la citada Giralda, reconvertida en campanario cristiano y
el Patio de los Naranjos.
El último cuerpo de la torre almohade fue
sustituido en el siglo XVI por Hernán Ruiz mediante un remate renacentista
sobre el que gira una estatua femenina de bronce de 4 metros de altura que
representa "la fé victoriosa" llamada el "giraldillo" que
da nombre a la torre.
Está compuesta de un prisma central de base
cuadrada, rodeada por los cuatro muros externos.
Entre ambas estructuras se situaban las rampas de
subida, que en el caso de la
Giralda y por su gran tamaño, permitía incluso el acceso a
caballo.
La decoración exterior se basa en vanos bíforos o
ajimeces, bien con arcos de herradura semicirculares o polilobulados, rodeados
por alfiz y acogidos por otro gran arco lobulado apuntado (arco túmido).
En las calles laterales hay arcos murales ciegos y
se extienden paños de "sebka" así llamada la retícula que forman
dichos arcos polilobulados cuando se extienden por amplias superficies murales
y que desde lejos semejan ser una red de rombos.
No sólo la gran altura de este alminar hace
destacar a la Giralda
entre todas las norteafricanas, sino su decoración en franjas o calles
verticales le confiere una airosidad especial.
Si la arquitectura de la Giralda es interesante por
su perpetuación en el mundo mudéjar, algo similar podemos decir de su
decoración exterior que veremos, más o menos evolucionada, durante siglos en
numerosos edificios mudéjares de Aragón, Castilla y Andalucía.
El esfuerzo de ascender por el interior de esta
torre hasta el cuerpo de campanas da oportunidad de poder observar, a muy poca
distancia, los magníficos trabajos de sus ventanales, donde se pueden admirar
los propios arcos y los capiteles de ascendencia califal.
Otro de los alicientes de visitar la La Giralda es poder
presenciar la complicada estructura exterior de la catedral sevillana.
Pocas veces se tiene oportunidad de estudiar la compleja
estructura de ventanales, bóvedas, pináculos y arbotantes de una gran catedral
gótica.
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