HE AQUI A TU MADRE
No ha podido parar de llorar.
Ha visto como mataban a su hijo, no se ha separado de él, hasta el final, incansable al pie de la cruz.
¡Ojala hubiera podido cambiarme por él!
Ahora regresa del sepulcro, desolada, con la mirada perdida en la oscuridad de la calle Cuna.
"Ahi tienes a tu hijo"
No va sola, Juan la acompaña, la va a acoger en su casa.
Trata de consolarla, pero su Amargura torna en monólogo ese eterno diálogo.
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